miércoles, 3 de septiembre de 2008

Desde otra parte (sobre la inseguridad)

Continuamente nos quejamos (o por lo menos nuestros viejos) de que la inseguridad está aumentando, que cada vez matan más gente para robarle dos miserables pesos, que violaron a una chica acá y a un nene de 8 años allá, que ya no se puede confiar en nadie porque de una forma u otra te meten el perro, etc. O sea, lo que básicamente se dice es que la sociedad es peligrosa, insegura. Además, los delincuentes son cada vez más chicos, algunos ni siquiera son adolescentes, sino nenes de no más de 8 o 9 años o incluso menores que, por motivos diversos, salen a robar y, casi consecutivamente a matar o herir a otras personas.
Este es un hecho que prácticamente ninguno de nosotros desconoce, ya que todos hemos sido victimas de la inseguridad alguna vez o por lo menos tenemos a alguien cercano que la ha sufrido. Ahora bien, ¿conocemos realmente la historia de los que están del otro lado? ¿de los chicos (y también chicas) que roban y caen tan tempranamente en la delincuencia? Pareciera que por las actitudes de nuestra sociedad ante esas personas, “esos negritos villeros”, no hay mucha conciencia sobre cómo son realmente las cosas, cómo es su situación. Se tiende a decir (no todos obviamente, pero sí mucha gente) que roban porque es más fácil que trabajar o estudiar, que son una plaga para la sociedad (como si ellos no fueran parte, e importante, de la misma), que para qué uno se mata trabajando si después te roban todo así como si nada, y encima que el gobierno no hace nada respecto de eso. Uh!! Son muchos prejuicios, críticas destructivas, pocos conocimientos científicos y nada de empatía.
Primero que nada, nadie es pobre porque quiere. La pobreza es algo que se sufre. No le debe gustar a nadie no poder darle de comer a sus hijos y que se acuesten con hambre, o tener que pasar frío por falta de ropas cálidas o estar meses con una enfermedad perfectamente curable pero sin acceso a medicamentos o andar rebajándose ante otros seres humanos iguales que uno para poder satisfacer esas necesidades de manera momentánea y efímera. Nadie elige ser pobre y vivir de manera indigna. Y ahora viene la pregunta clásica: ¿y por qué no van a trabajar? ¿Por qué no estudian y hacen algo bueno en vez de salir a robar? Aclaremos que es fácil para nosotros (clase media y/o alta) decir eso, porque conocemos el trabajo y el estudio y hemos sido estimulados para poder elegir qué hacer. La gente de la villa o de los barrios periféricos carece de algo básico para el hombre: EDUCACIÓN. No conocen ciencias, no entienden de artes y oficios, no manejan bien la lengua, y por eso es que no están aptos para salir a trabajar. Sólo conocen una salida a su terrible situación: el robo y las drogas, opciones nada saludables ni para ellos/as ni para el resto de la sociedad. No queremos decir con esto que todos los pobres sean así, lógicamente hay algunos que estudian y/o trabajan e intentan mejorar su situación sin lastimarse a sí mismos ni a los demás. Pero aunque son muy valorables, son pocos, los menos lamentablemente.
Alguien objetará: “pero se les da educación pública y gratuita y planes de trabajo, no tienen de que quejarse” Seguro, ¿pero se puede pensar en fórmulas químicas o en analizar oraciones sintácticamente con la panza vacía? ¿Puede una familia tipo vivir dignamente con el salario mínimo, vital y móvil? La respuesta es bastante obvia.
Así que la próxima vez que veamos en los medios alguna historia de delincuencia como las se suelen mostrar o experimentemos una nosotros mismos tratemos de entender al que está del otro lado. Siempre duele que nos roben un celular re piola comprado con esfuerzo o el auto nuevo o cierta cantidad de plata, obvio. Pero por lo menos por un segundo detengámonos a pensar en el otro, que roba para poder darle de comer a sus hermanos más chicos o comprarse drogas que lo destruyen más, o simplemente para sentir algo de felicidad al parecer un chico como nosotros (por tener un celular X) y poder tener la ilusión de que es parte de este mundo cruel y exitista en que vivimos. El sólo empatizar con esa persona nos ayuda a entenderla más y eso ya es un factor de cambio. Si el Estado como decimos no hace nada bueno por ellos, ¿qué hace entonces el resto de la sociedad, gente como nosotros, al discriminar, prejuzgar y estigmatizar a los delincuentes? Tanto el gobierno como la gente deberían ayudar a solucionar este grave problema social: pobreza-delincuencia. La mayoría de nosotros no estamos en el gobierno, pero podemos actuar desde otro lado. A nosotros nos quitan plata, a ellos les han quitado la dignidad. ¿Qué hacemos?

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